tag:blogger.com,1999:blog-1832094557255187051.post5315044968534325738..comments2023-06-09T07:39:22.237-06:00Comments on Son más los que viven del cancer que los que mueren de él: TrainspottingDanihellhttp://www.blogger.com/profile/11712004393422592513noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-1832094557255187051.post-75077046231773145792007-06-30T03:11:00.000-05:002007-06-30T03:11:00.000-05:00* Fe de erratas:El día empezó...* Fe de erratas:<BR/><BR/>El día empezó...Anonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-1832094557255187051.post-37513855770321856652007-06-30T03:05:00.000-05:002007-06-30T03:05:00.000-05:00Flores del ronco verano (V)Al día siguiente, seguí...Flores del ronco verano (V)<BR/><BR/>Al día siguiente, seguíamos chupando. La puta de Rosa Delia había dejado al licenciado. La Diabla y el Lic habían empezado desde hacía una semana. Ese fin de semana empezó en jueves y terminó en Puerto Vallarta. ¡A la siguiente semana!<BR/>Ese día empezó rudo: dos botellas de ron de marca dudosa ($30), otra de tequila (como a $200 el garrafón de cinco litros, del que rellenábamos las botellas para servir bebidas y lo cobrábamos como "Cazadores"), como unas diez caguamas ($150, a veces nos poníamos así de fresas), media botella de Kalhúa ($100), dos de rompope, una botella de whisky ($50) y dos garrafones de cuatro litros, a medios chiles, de vino California (peor que morderle a Dios un huevo en cuaresma). La cuenta, haganla ustedes. Con las sobras de toda esa masa libable, hicimos una mezcla homogénea, más o menos apetecible, pero seguramente embriagante; para lo cuál, fueron indispensables los garrafones de vino, lo último que quedaba en el envase familiar de "Coca" y unos jugos de toronja, sin caducar, por supuesto, ¡nunca caeríamos tan bajo como para beber algo caducado!... mejor borro esa última falacia. <BR/>De cualquier forma, nos hicimos de dos bombas (así llamamos a nuestra vomitiva creación) y partimos en el Cucamovil, un coche de carreras que le vendieron a Arturo y Arturo terminó dejándoselo al corralón. Era obvio que nos estrellaríamos, pero no en esa ocasión. De algún modo, manejé hasta Puerto Vallarta, con Arturo al lado, pateando el tablero como el borracho irracional que és. No llevábamos licencia de conducir ni papeles del carro, al pinche Cucamovil no le servían los limpia-parabrisas ni un faro, además de que nos faltaban las placas, porque a Arturo lo habían multado. Después de pasar la zona de Nuevo Vallarta nos dirigímos a un Oxxo para comprar unas chelas, un jabón y un desodorante, pues veríamos a su novia (¡Ah, chingao! ¿Esa gorda es tu novia?), en el exclusivo hotel para chochos en que se hospedaba. Llegamos puntuales a la cita, por supuesto, ya no traíamos varo y el coche no tenía más gasolina. Arturo cumplió con sus obligaciones y salió muy bañadito, fresco como una lechuga de supermercado, eso sí, con un billete de cien pesos. Me sacudí el cochambre salado y le dí un trago a una de las bombas. Esas madres eran simplemente vitales en aquel horno de playa, a las doce del día y crudo. Para cuando salí de bañarme, Arturo ya había ido por un six de Modelos, el cual nos chupamos en la terraza, haciendo el recuento del viaje.Anonymousnoreply@blogger.com